Verdad, preciosa palabreja que dice cosas tan diferentes, dependiendo de quien la utilice.
La verdad puede ser tan simple y clara, pero para nosotros, engañados por información interesada, puede ser de gran dificultad conocerla, aquilatarla o sacarla del basural a que la han mandado los sicarios del extremismo, los publicistas de lo torcido o las personas decentes, que en su egocentrismo permiten que el engaño se apodere de la sociedad.
Uno de los casos en que más patéticamente queda claro es en la situación de Allende, gobernante que llegó al poder democráticamente, pero que en el ejercicio del poder tornó en totalitario, destruyendo de paso el país social, económica, política y moralmente.
Patético es el caso del Gobierno Militar chileno, que hubo de reconstruir todo lo que destruyó la Unidad Popular, reorganizar el país, social, moral y políticamente, y que paradójicamente es presentado como una opresiva tiranía, siendo, además sus actores perseguidos encarnizadamente.
Se podrá decir que ese es el signo de los tiempos, se podrá aducir que somos un pueblo con una muy mala memoria o que nuestros recuerdos son convenientemente sesgados para mostrar posiciones políticamente correctas. Puede ser, pero nosotros pensamos que es acomodaticio y cobarde.
Alguien en nuestra historia, bastante reciente por cierto, dijo: “Prefiero ser íntegro en la cárcel antes que cobarde y esclavo en libertad”, esperamos que este recuerdo, de a nuestros uniformados injustamente aprisionados las fuerzas necesaria para soportar tanta vejación y humillación por el delito de salvar al país.
Podrán llenar nuestra geografía de calles con los nombres de los líderes del marxismo, podrán llenar el país de esculturas recordándolos, pero, lo que no lograrán nunca es que olvidemos la inmensa obra del gobierno de las Fuerzas Armadas, que aunque muchos olviden, contó con el apoyo de grandes mayorías nacionales.
Somos una posición hoy, talvez, minoritaria, al menos en apariencia, pero que dignamente hacemos valer nuestros puntos de vista. Creemos representar a esas mayorías silenciosas, que básicamente trabajan y luchan por el progreso mientras otros se lucran del país.
Una de las lecciones importantes que hay que rescatar de nuestra historia es que no por gritar más son mayorías, pues millones de ciudadanos que callan hacen muchísimo menos ruido que una banda vocinglera. Queremos dejar en claro, que al menos en este caso, el callar no implica otorgar.
La historia recordará a los uniformados como aquellos que saltando por sobre su conveniencia personal y grupal pasaron por encima de lo que les indicaba la prudencia y para evitar la masacre de una guerra civil debieron tomar las riendas del poder, iniciando un inédito proceso de transformaciones y reconstrucción.
P.D. Puede que la redacción no sea la mejor, pero es la pura verdad
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